a) Hallazgos significativos
  • El interés por la equidad de género en la Universidad, según lo hallado en los discursos, es totalmente definitiva por edad: desde un rechazo al tema y sus derivados en la preparatoria, un tema visto como superado por los de licenciatura, una actitud de interés en los adultos que laboran en la institución (aunque en ellos la visión y opinión tiene que ver en primer término con la situación laboral: la equidad de género subordinada a la normatividad de las condiciones laborales, debido, según ellos, a la inexistencia de estatutos sobre la contratación transparente, la movilidad laboral y los mecanismos de nombramientos y ascensos, ni en el personal académico del profesorado, ni en el administrativo, mujeres y hombres. P. 85

  • Los lugares claramente señalados como promotores y reproductores de inequidades son las esferas de decisión de la institución […]no se sabe si el criterio de equidad de género tiene alguna presencia en la toma de decisiones, aunque definitivamente no la tenga en su conformación como alta esfera institucional: La visión de los entrevistados es que la mayor parte de los directivos de la institución han sido y son varones y son ellos quienes deciden los nombramientos. P. 85

  • Aunque los participantes señalaron que son testigos del crecimiento de la presencia femenina en mandos medios, de primer nivel (aunque pocas, dicen, no las suficientes siendo que existen mujeres con reconocida capacidad), en la docencia (especialmente en áreas feminizadas, pero acrecentándose en otras, incluso en las tradicionalmente masculinas como el derecho, la veterinaria, la telemática) Todos coinciden en observar el incremento de la población femenina en la matrícula, en algunas áreas superior a la mitad, tanto en el nivel medio como en el superior. P. 85

  • Lo central de las entrevistas fue el señalamiento de que es la Universidad (al contrario de lo que sucede con frecuencia en el ámbito familiar, y más allá de la jerarquía de la institución), y la educación en general, lo que permite tener una conciencia de igualdad entre hombres y mujeres. Acceder a los estudios superiores ha permitido rebasar para algunos, extirpar para otros, el ambiente sexista y la discriminación por género de la vida universitaria. P. 85

  • En general no se percibe y se niega el haberlo vivido, un ambiente sexista ni en lo escolar, en lo que respecta a estudiantes de bachillerato y licenciatura; ni en lo laboral de algunas áreas representadas. Se perciben sí diferencias en la conformación de las matrículas, en las preferencias de hombres y mujeres por áreas feminizadas o no, pero en general no se valora esta diferencia como una situación de inequidad. Son elecciones individuales, que responden a los gustos e inclinaciones moldeados por la cultura, sancionados por las familias, pero por lo general, especialmente entre los dos grupos de estudiantes entrevistados, no lo aprecian como un problema. P. 86

  • Aunque los de bachillerato son los que más claramente señalaron el origen familiar de la inequidad de género debido a la reproducción de roles estereotipados, y algunas de ellas abundaron sobre esto con preocupación genuina, la cultura sexista la perciben especialmente fuera de sus casas: la ven en los vecinos, los parientes, en la política y sólo marginalmente, o de una manera no significativa, por parte de maestros, autoridades, o el sistema escolar en general. P. 86

  • Los estudiantes de licenciatura acuerdan con las razones de la inequidad de género en el ambiente familiar, pero lo ven como algo rebasado en su generación. La desigualdad por género, la discriminación a las mujeres, las vivieron sus madres, algunas de las cuales, si no es que muchas de ellas (ver entrevista del grupo), lograron combatir los obstáculos para estudiar y varias de las madres tienen niveles más altos de estudios que el padre. P. 86

  • Son los adultos con mayor edad quienes también concuerdan con la apreciación del origen familiar y las condiciones sociales de la inequidad de género. Algunos dicen pertenecer a la generación que se educó en valores machistas, algunos dicen haberlo superado, las mujeres porque han estudiado y proseguido con su trabajo, a pesar de las dificultades para organizarse, pero seguras de poder hacerlo y estar haciéndolo. Los hombres porque dicen tener otra mentalidad, para algunos gracias a su formación universitaria que les ha ampliado concepciones más igualitarias. En todo caso, se ve la equidad de género como un proceso que avanza al interior de la institución y en la mentalidad de sus integrantes. P. 86

  • El propósito de adoptar una perspectiva valórica mediante la inclusión de indicadores de logros y expectativas de los sujetos participantes, permitió obtener un marco enriquecedor de una experiencia genérica más allá de la victimista o declarativa. Por ejemplo, gracias a la propia valoración de los logros de las trabajadoras de la Universidad de Colima, se pudo apreciar que, independientemente de los señalamientos de diferencias genéricas de connotaciones discriminatorias, para las mujeres el valor del trabajo en la institución, es visto como logro personal de gran satisfacción, y como mecanismo de empoderamiento individual y de negociación de condiciones más igualitarias en sus familias y con sus parejas. P. 86

  • Para el caso de los estudiantes esta misma perspectiva nos permitió observar y entender su relativo desinterés por las cuestiones de equidad de género, cuando su realización personal y sus expectativas para mujeres y hombres, se dirigen hacia actividades como las artísticas o culturales, hacia su participación en instancias civiles […], deportivas o en actividades académicas que les producen satisfacción, una actitud propositiva y una alta autovaloración. La vivencia de la equidad de género no pasa necesariamente por la constatación de las diferencias genéricas, sino por la vivencia e interpretación subjetiva de la misma. Es por eso que las diferencias de género son percibidas como datos, sin conflicto, al menos en la vida escolar ni en sus expectativas laborales desde su posición de estudiantes. P. 86-87.

  • Las mujeres docentes, por su parte, aluden a las dificultades de armonizar la vida familiar con las exigencias del desarrollo académico (diseñado éste por méritos de estudio, publicación, etc.) en etapas de maternidad y crianza de los hijos. Pero al tiempo consideran como logro existencial, a la par de los académicos, la formación de sus familias, el equilibrio en ellas, y su misma maternidad. La comunicación de las formas en que se resuelven los obstáculos y las maneras en que las mujeres inventan, recurren o tienen a la mano, es quizá un indicador tan importante o más que el conteo de las horas dedicadas a la jornada doméstica. Con esto queremos reiterar que la vivencia subjetiva de la situación de género es una perspectiva que es necesario contemplar en los indicadores, y que su postulación debe encaminarse hacia la inclusión de conceptos y categorías de carácter psicosocial tales como el de expectativas y logros. P.87